Yo creo que uno se define a partir de cómo los otros te representan. En el caso del Perú de los ciudadanos (este Perú incluye a todos los que escriben y comentan en este blog), los “otros” pueden ser concebidos de dos maneras. Por un lado, los “otros” de afuera, ese ente abstracto y ambiguo que se define con el término de comunidad internacional. Por otro lado, los “otros” de adentro, los excluidos de los Perús profundos. El caso es que por un tiempo me dediqué a leer en Internet, en cómo los primeros (los “otros” de afuera) representaban a Humala. Principalmente, leí los diarios o las revistas semanales de izquierda, tipo Liberación. El primer consenso que llegaron es que Humala representa un rollo “nacionalista étnico”. Quizá confundan el rollo “nacionalista” de Humala al rollo “étnico” de los Humala (padre y hermano). Quizá no sepan discernir o no quieran hacerlo (como lo hicieron amigos sociólogos míos que votaron por el Comandante, donde pudieron diferenciar y deslindar el proyecto político del hijo de las pulsiones tanáticas del padre).
Otro rasgo común era su emparejamiento explícito con Evo y Chávez. Además se referían a Humala como “el golpista” o “el ex militar” que posee un rollo radical, populista y demagógico. Esto se diferenciaba tajantemente a cómo representaban a Alan. Los epítetos comunes eran “socialdemócrata” (en la actualidad es un término que está de moda. Ahora todos quieren ser socialdemócratas: Tony Blair, Lula, Lagos, Zapatero, hasta Toledo); además de alucinar a Alan como un estadista mesurado que ha aprendido de sus catastróficos errores, incluso el titular de un diario chino lo denominó “el Kennedy peruano”, y cuando ponen oficio o profesión, a Alan lo califican como “político” (a diferencia del oficio “ex militar” de Humala). Es decir, para ellos (los medios de comunicación de afuera), Alan es visto como alguien que no va a girar tan brusco ni radical el timón del modelo económico; y sobre todo, que va a mantener las buenas costumbres o el dedo meñique de la gobernabilidad democrática de Latinoamérica. Frente a la barbarie y el atraso que significa Humala (y Chávez). Básicamente, ellos piensan que la segunda vuelta peruana se definió entre esos dos tipos de izquierda: la izquierda lumpen de Humala con la izquierda larcomar de Alan. Estos diarios tienen la impresión de que la derecha perdió, y “celebran” el hecho de que Latinoamérica haya virado más hacia ese tipo de izquierda moderna. En cambio, los “otros” de adentro (con un puñado de intelectuales) creen que Alan es el paria y Humala, la esperanza; que representa el cambio estructural frente a seguir con lo mismo, el modelo impuesto por los “otros” de afuera. Lo curioso es que muchos de los votantes de Humala pensaron del mismo modo que esos periodistas o analistas internacionales europeos (de centro izquierda de café, progres, gay friendly) que escribieron en esos diarios extranjeros. Confundir el rollo de Ollanta con el rollo de los Humala. Es decir, que el pasquín, la revuelta en Andahuaylas, fusilar a los gays, etcétera, todo eso formaba parte de la propuesta Humala, y por eso votaron por Ollanta. Al final, todo es cuestión de perspectiva, de cómo te representen. Allá afuera, Ollanta es visto como un paria (tipo Alan 85-90), allá adentro, Ollanta es el salvador.
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