Foto por Trent Strohm. Algunos derechos reservados.
De esa manera, por años cuando las feministas hablaban del derecho a la autonomía, los socialistas de viejo cuño decían cosas tales como "eso se resolverá luego de la revolución". Y, bueno, la experiencia señaló que esas cosas no se resolvían. Se pasaba del estado patriarcal burgués al estado patriarcal socialista.
(En parte esto se debe a que la izquierda siga hablando de "pueblo" y no de "ciudadanía". Sobre eso regresaremos en otro post).
Es un viejo problema. Se piensa a la sociedad por estancos, como si el poder no fuera un entramado de relaciones que se mueven en distintas dimensiones en simultáneo, como si el poder fuera básicamente un tema de clase, pero no un tema de género, étnico ni generacional. Por ejemplo, que miles de mujeres pobres mueran al año por abortos clandestinos no fuera un problema justamente del sistema al que dicen oponerse. O las palizas que cotidianamente ejercen las fuerzas del orden contra la población GLBTI.
De allí que puedan asociarse oportunistamente ahora con el humalismo porque claro, coinciden con lo que llaman "contradicciones primarias" y no importa el resto. Oportunismo porque lo que se trata es de ser "opción real de poder" y no de cuestionar el poder.
La izquierda al repetir el prurito de las contradicciones primarias, no hace sino reproducir un viejo discurso del desarrollo desde el determinismo económico, discurso que viene desde el siglo XIX: impulsemos la economía para que el resto de la sociedad se vuelva más moderna, ergo libre.
La historia, sin embargo, se ha encargado de demostrar lo contrario.