Por Alberto Adrianzén
En La República
Si hay algo que define estas elecciones, es el miedo. Lo curioso es que el miedo es compartido. Uno lo encuentra a uno y a otro lado, si me permiten, de las trincheras que juegan el partido electoral.
Es el miedo de los arriba por lo que podría representar Ollanta Humala. Es esta suerte de incertidumbre, sana por lo demás, de lo que podría venir y que viene acompañada, en otros sectores, de grandes pesadillas tales como la implantación del quechua como idioma oficial y, simbólicamente, el incendio, así fue dicho por un periodista, de las casas de playa en el exclusivo balneario de Asia.
Pero también es el miedo de los de abajo por seguir gobernados por los de “arriba” y así perpetuar un orden que rechazan por considerarlo profundamente desigual e injusto. En todos estos años una de las palabras que más hemos escuchado, una y otra vez, en diversos sectores sociales es: “queremos justicia”. Justicia no solo en cuanto la pura y simple administración de la ley –que dicho sea de paso da vergüenza ajena– sino también en cuanto dignidad de las personas. Es decir, sentirse ciudadanos plenos con iguales derechos y con una vida digna.
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2 comentarios:
dibujen una vergaza en su cedula.
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sì pues, como dijó pedraglio, citado por el rikard, polarizar entre democracia y autoritarismo no le conviene a la democracia, porque carga con los pasivos del actual règimen.
y lo cierto es que - y este es el mérito de humala- es que se han puesto en agenda temas centrales como los contratos con grandes empresas, la desigualdad, la constituciòn, etc.
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