Porque no Votare por Alan García por César Hildebrandt (tomado de "Liberación").
No lo haré porque no puedo renunciar a mi memoria. No puedo lobotomizarme. No quiero olvidar lo que vivimos entre 1985-1990. Esa francachela de vanidades y vulgaridades. No puedo votar por Alan García porque así ayudaría a sentar el precedente de que en el Perú no hay castigos ni veredictos ni escarmientos.
Que los peruanos somos menos que los MONOS que, en los EXPERIMENTOS conductistas, aprenden a NO tropezar con el mismo error para ganarse el alimento.
¿Qué lección le daremos al mundo los peruanos? ¿La de que premiamos, al hombre que estuvo a punto de desaparecer el Estado como autoridad y a la moneda como instrumento de cambio?. ¿La de que somos una turba de cándidos con taparrabos que volvemos a subyugarnos ante el encanto de unas promesas lanzadas por quien no cumplió antes NINGUNA? Si elegimos a García nos estaremos pronunciando ante el mundo como un país no sólo indescifrable sino enfermo, SOCIALMENTE LISIADO.
Porque premiaremos a quien NO ha expiado sus culpas, NO ha corregido su programa, NO ha rectificado rumbos y, encima, tiene el cuajo de repetir las cantaletas de 1985, rodeado por los mismos personajes siniestramente mediocres que tomaron el Estado por ASALTO, protegieron a una industria de incompetentes, llenaron la planilla del Estado con sus sectarios, se ROBARON los certificados en dólares, nos convirtieron en parias internacionales, se ensañaron dos millones de veces con el sol hasta volverlo inti -piltrafa, MIERDA, nada, centavo de centavo-, nos empujaron al TRUEQUE, vaciaron las bodegas y los mercados de productos de importación, hicieron negocios turbios que costearon luego exilios dorados, ROBARON como Mantilla, MINTIERON como Saberbein, MEDRARON como Melgar y se CAGARON en el país como lo hizo el fugitivo Víctor Polay por un túnel en los días finales de ese lustro.
¿Cómo olvidar esto? ¿En nombre de qué senderización de nuestras almas puede un peruano premiar esa gestión con otra, ¿Qué clase de zarrapastrosos del ánimo somos? ¿Qué clase de esclavos chancas, prisioneros pocras, fugitivos chimúes y totalitarios incas nos habita? ¿Nos ocupa un marqués virreinal, un oidor servil, una mujerzuela con miriñaque y yeso en las mejillas? ¿Largo tiempo el peruano oprimido, otra vez?.
¿De qué fustán venimos para ser el pueblo que se obstina en recompensar a quien lo esquilmó y lo decepcionó? ¿De qué parajes humillados nos viene esa capacidad para ser indignos?. NO PUEDO PERMANECER CALLADO. Y sé que lo más probable es que no persuada a nadie.
Allí está Garcia otra vez bailando PERREO y regalando trabajos, sueldos duplicados, tarifas abreviadas a la mitad, intereses con su rebajita, AFP para la abuelita. Otra vez la monserga laxa y demagógica para que lo aplaudan los que no tienen nada que perder. Otra vez el discurso que disuade a la honestidad, que consagra la criollada, que cobija a los sinvergüenzas y morosos y que hace de las masas los extras de una película mala y que termina mal.
García no cree en el pueblo: lo instrumenta. No quiere su superación: vive de su fracaso.
No entiende de economía: cree que ésta no tiene leyes y que es, más bien, una suerte de código conspirativo de los adinerados. Es un gran candidato para un gran pueblo lastrado por la IGNORANCIA. García no compromete nada de sí cuando habla. Hace mucho tiempo que ha disociado el acto de la palabra.
Alan García no es una opción es un tiro en la sién de la dignidad nacional.