sábado, agosto 12, 2006

calentando las municipales: augusto ortiz de zevallos

La agenda olvidada en Lima
Augusto Ortiz de Zevallos
Perú21
La situación en la ciudad de Lima no es 'color de rosa'. El ganador de las elecciones de noviembre deberá resolver muchos problemas urgentes.

Tanto si el alcalde Castañeda -que ya anunció su candidatura- vuelve a ser elegido, como si alguien le gana en la próxima elección, lo que no parece fácil, sería necesario para Lima que la alcaldía que venga sea muy diferente a esta larga actuación de caudillo solista que Luis Castañeda ha desarrollado con mucho éxito de aceptación y muy hábil manejo de su imagen personal y mediática, pero con pocos resultados sustantivos para cambiar y estructurar la ciudad de verdad.

Pues en Lima mayoritariamente se vive mal y no bien. Y hay poca noción de ciudadanía como identidad, como pertenencia, como espacio de oportunidades de desarrollo. Y es que, aunque hay un listado de obras hechas y otro esperando en maquetas alrededor del municipio, faltan proyecto urbano, identidad colectiva y esperanzas de que las cosas vayan mejor. Lima es inevitable más que estimulante, es desigual y segregada, donde cada uno está a la suya.

En Lima, por ello, y según las encuestas, se quieren ir a vivir a otro lugar muchos más pobladores que todos esos que aprueban esta gestión edil que, sin duda ni mezquindades, es esforzada y políticamente inteligente, pero que es decepcionante si se la mira con atención y se hace un balance serio y no triunfalista de sus logros, de sus abandonos y olvidos. Ayudemos a establecer esta agenda para las elecciones que ya llegaron y que arriesgan, una vez más, ocurrir sin ella y que se tenga que elegir sin debatir.

Al cabo de cuatro años, muy poco ha avanzado la ciudad en temas axiales y sustantivos: el transporte es un caos con 430 líneas de combi convalidadas y taxis anárquicos, mientras el reiterado anuncio de que ya parte el tren nunca fue verdad y mientras se ha postergado los ómnibus para que los pague el que venga; la seguridad, que no hay, en niveles suficientes; el orden urbano, que tampoco.

Tampoco hay un verdadero plan urbano que anticipe y canalice el crecimiento metropolitano y que induzca inversión privada estratégica en expansión urbana, pese a que ello es urgente y está absurdamente postergado. La enorme ciudad de hoy se rige con modelos estudiados y adoptados en los 80, cuando Lima era otra y sus 'conos' eran efectivamente conos y no nuevos centros, como deben ser ahora. Ese plan nuevo que no hay hace que lo que hay sean caducos modelos de un solo centro y una enorme periferia, modelos desiguales y excluyentes, que ya no se corresponden con la ciudad viva, potencial y emergente de hoy, donde las antiguas periferias no necesitan paternalismos sino herramientas de cambio y desarrollo.

El municipio no orienta, ni canaliza, ni orquesta desarrollo. Postergar el plan para facilitar el caudillismo y el clientelismo político es parte de los olvidos y abandonos. No haber asumido la dimensión regional, también, pues Lima ya tiene esa escala. Hacerlo ahora es impostergable.

Sin afrontar este nuevo escenario y sin crear una nueva estructura metropolitana en un plan verdadero, tan solo se ha hecho, para responder a muchas presiones de cambio e intereses locales, el recalentamiento de las viejas zonificaciones distrito por distrito, como si Lima fueran 42 realidades y no una. Ninguna metrópoli puede entenderse así.

No se ha conseguido ni organizado que la ciudad sea más homogénea, que haya más inclusión y menos exclusión, que se induzca recalificaciones en sus viejas periferias. Aunque sí debe reconocerse el acierto de Castañeda en atender a toda la metrópoli, corrigiendo el error de la segunda gestión de Andrade vuelta a centrar en el centro.

Y que las muy abundantes escaleras amarillas y algunas vías e intercambios ayudan mucho a acercar el centro desbordado y la periferia perpetuada. Pero eso no basta. Así no se consigue crear las nuevas centralidades y los polos de desarrollo que son posibles si se afrontara planes integrales y no solo obras civiles.

Tampoco, evidentemente, se ha alentado que la Costa Verde, que el río Rímac y el Centro de Lima sean los espacios valiosos atractivos y para todos que debieran ser, como corresponde a su naturaleza de espacios estratégicos.

Veamos sus crisis y abandonos negligentes. En la Costa Verde, el Municipio de Lima ha renunciado absurdamente a sus indispensables competencias de orquestar un patrimonio metropolitano y permite, en silencio, los abusos autistas y rentistas, con proyectos mediocres, de un municipio que se salta la razón y las leyes (según la Contraloría, los colegios de arquitectos e ingenieros y la opinión mayoritaria).

En el río Rímac no se ha afrontado el proyecto mayor de canalizarlo y de reestructurar así su suelo estratégico para recuperar el centro, aunque sí se ha hecho algunas acciones locales, más escenográficas que sustantivas.

Y en el Centro Histórico pasa algo análogo; su crisis social, edilicia y de precariedad física de edificaciones ha crecido, y hay ahora más de un millón y medio de metros cuadrados sin usar porque se han ido de ellos todos los usos que han podido, ya que el centro hoy no es atractivo ni para vivir ni para trabajar.

Sí se ha hecho esfuerzos para facilitar licencias y algunas acciones aisladas o puntuales de mejora, pero estas evidencias de crisis no se responden y se pretende que obras como el túnel de Grau van a paliarla o resolverla, lo que no es verdad. Muy poca vida local, carencia de calidades.

El llamado Cercado, reveladoramente, es casi el único distrito de Lima donde Mivivienda tiene muy pocos resultados que mostrar, y ello porque el centro no se ha gestionado y no se ha vuelto atractivo. Urge repoblarlo y redinamizarlo. No se lo ha hecho. El distrito central, del cual el alcalde metropolitano de Lima es también alcalde, está en crisis y nadie responde por él.

Aunque se diga que la reelección es segura, hay pues objeciones serias e importantes al reiterado triunfalismo con el que se presenta lo hecho como exitoso e incontestable. Y habrá que ver qué se propone contra el continuismo y si es que los candidatos tienen propuestas verdaderas en el espacio municipal y regional o harán de las elecciones otra confrontación de personas y agresiones, como ya vimos en las elecciones generales.

Sin embargo, debo reconocer aquí que es una verdad incontrastable que los ciudadanos aprueban la gestión de Luis Castañeda Lossio. Y que este ocasional columnista, al asumir sus deberes de regidor evaluando reiteradamente esta gestión, ha hecho de solitario aguafiestas, aunque los argumentos dados rara vez han sido respondidos con argumentos y sí con asedios.

Sabemos que si no hay propuestas verdaderamente alternativas, los números dicen que Castañeda volverá a ganar, y si ello ocurre, yo sé que estas nuevas reflexiones serán, una vez más, tan inútiles como han sido desoídas. Este gobierno municipal se proclama exitoso y su autocomplacencia es impermeable.

Argumentos hay para ello en nuestra política caudillista. Según todas las encuestas, el público se da por satisfecho con el indudable esfuerzo cotidiano, el adecuado reordenamiento administrativo y tributario y una acertada gestión del día a día y con la imagen muy bien cuidada de un alcalde chambero, austero y empeñoso.

Quien además ha puesto su firma en miles de letreros, así como el nombre de su partido político a casi todos los programas municipales (hospitales solidarios, escaleras solidarias, canchitas deportivas solidarias) y el distintivo color amarillo a todo lo que pudo (chalecos, puentes, plazas) y hasta sus símbolos de soles en los peajes. Castañeda es un notable político.

Y es innegable que esta eficaz parafernalia le ha funcionado políticamente bien. Hace un liderazgo asistencialista e iluminado, muy atento a los símbolos e íconos mediáticos, y que está muy lejano de lo que esperamos en una democracia verdadera. Sin convocar asambleas metropolitanas, sin coordinar con distritos, sin consultar las obras o las prioridades, y sin hacer del Concejo un foro con fueros. Más bien, un coro y un eco.

Y sin haber un verdadero debate municipal, ni oposición verdadera, las opciones que Lima tendría aquí y ahora de ser distinta y de construir futuro, en vez de insistir y justificar más de lo mismo, sin duda todavía no han gravitado.

Que otros analistas psicológicos infieran si ello se debe a pesimismos o derrotismos, a una especie de "no se puede" como el que tenemos con el fútbol, al cabo de tantas derrotas, de crisis tan largas y de las mismas caras y barrigas dirigenciales.

La prueba de que sí se podría está en el caso analogable y próximo de Bogotá, como ha testimoniado Rafo León en su bonito programa viajero. Allí sí se recuperó el centro (La Candelaria) para la cultura y la vida ciudadana, mientras aquí se despreció y desmontó la actividad cultural. Y allí también se afrontó el caos y se ordenó el transporte. Y ya en cualquier parte de Bogotá se está incluido y no excluido de las oportunidades que la ciudad allí (por ello) da, como aquí (por faltar ese orden) las niega. Allí hay ciudadanía; aquí cada uno a la suya.

Ojalá, por la ciudad, que hubiera cambios, incluso si el que los protagoniza es el propio Castañeda, que debería cambiar, como otros lo están haciendo. Los ciudadanos lo merecen y pronto lo exigirán. Como lo exigieron en las elecciones generales.

En Lima y en el Perú, con una ley que ha vuelto a los regidores y al Concejo ornamentales, los ciudadanos padecemos nuestro caudillista modelo de municipios que convierte al alcalde casi en dueño absoluto de lo que la ciudad hace: proyectos, obras, programas, prioridades, dándole mayorías desmedidas que vuelven al Concejo a veces una mesa de partes (o partos) sobre decisiones ya adoptadas.

Dependerá así solamente del alcalde que gane si cuatro años más servirán para más de lo mismo. Sería un serio error. Quizá para evitarlo, el tema de los concejales jóvenes sería un estímulo. Hagan juego, señores políticos. La ciudad, lamentablemente, es de ustedes. Y algunos técnicos como este, al cabo de estar de más, nos vamos a nuestra casa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ESTE SEÑOR CASTAÑEDA, EN REALIDAD ES UN CAMALION QUE SE TIÑE DE COLORES SEGUN LA OCACION, SU MUESTRA DE PODER "POLITICO" LO MOSTRO CUANDO LA PRENSA LO CUESTINO POR DESHACERSE COMO CHATARRAS, CANTIDADES DE BIENES DE CAPITAL, MUEBLES Y EQIPOS MEDICOS DEL EX-SEGURO SOCIAL DEL EMPLEADO Y DEL CUAL SALIO LIBRE DE POLVO Y PAJA, NATURALMENTE LOS ELECTORES COMO SIEMPRE SOLO SE LIMITAN A ESCUCHAR, SIN IMPORTARLES POR NO SER DE SU "PROPIEDAD", OLVIDANDO QUE CON SUS IMPUESTOS SE ADQUIREN TODOS LOS BIENES EL SECTOR PUBLICO. SERIA ITERESANTE LEER DE PARTE DEL SR. OTIZ DE ZEVALLOS UN ARTICULO ACTUALIZADO DEL ULTIMO PERIODO COMO ALCALDE DE LIMA EJERCIDO POR EL SR. CASTAÑEDA.